La liberación Somatoemocional

Todo el mundo tiene diversos ritmos en el cuerpo. Está el ritmo cardiaco: el corazón late entre 60-80 veces por minuto. El ritmo respiratorio, inspiramos y expiramos entre 15 y 20 veces por minuto. Por debajo de estos ritmos hay otro ritmo llamado cranéosacral. Este ritmo de 6 a 12 ciclos por minuto hace que tu cabeza se expanda y estreche levemente, y tu columna se alargue y acorte ligeramente, en un esfuerzo por intercambiar y hacer circular el fluido cerebroespinal. Este fluido es importante porque abastece de nutrientes el sistema nervioso central, se lleva los productos de desecho y actúa como fluido protector que recubre el cerebro y la médula espinal. Así como el ritmo cardiaco y el respiratorio, el ritmo craneosacral puede sentirse en la totalidad del cuerpo: las piernas, la pelvis, el sacro, los hombros y la cabeza.

Si yo retuviera tus costillas e impidiera que tus pulmones se expandieran, tú te moverías para dar a tus pulmones la libertad de seguir respirando. Lo que hacemos en la Terapia Cranéosacral es retener el ritmo y observar cómo el cuerpo se mueve muy suavemente para liberarse. A medida que lo hace se producen liberaciones, y las restricciones corporales cambian. Tal como las costillas golpeadas en una caída podrían impedirte respirar adecuadamente, una caída sobre tu rabadilla o un golpe en la cabeza podrían impedir que tu hermoso ritmo craneosacral funcionara adecuadamente.

De modo que retenemos y esperamos las liberaciones. Las liberaciones se producen en forma de calor, pulsación y tirones musculares. A veces los ojos parpadean o se pueden producir sonidos como de borboteo en el tubo digestivo. Puedes sentir que una parte de tu cuerpo se suaviza, o que cambia y se ensancha suavemente. También puede cambiar el ritmo de la respiración. Una reacción común al tratamiento es un profundo sentimiento de relajación.

¡sUSCRÍBETE!